Mérida, Yucatán, 22 de noviembre de 2025.— Bajo un cielo despejado y con el aire impregnado de aromas culinarios, la Feria Internacional Yucatán X´Matkuil 2025 vivió un sábado que resumió su esencia: convivencia familiar, tradición y espectáculo.
Desde el mediodía, familias enteras comenzaron a llenar los pasillos del recinto. Niñas y niños correteaban entre los inflables de la Zona Extrema, mientras los adolescentes hacían fila para los juegos mecánicos más atrevidos. Los abuelos y papás, en cambio, preferían recorrer con calma las naves ganaderas, donde los toros Indubrasil, Nelore, Brangus, Charbray, Simbrah y Beefmaster eran admiradas por visitantes curiosos que escuchaban atentos las explicaciones de criadores expertos.


El ambiente era una mezcla de fiesta y descubrimiento. En el espacio de la SEDER, productores locales ofrecían miel, salsas de habanero, productos de sábila y plantas ornamentales. Cada stand invitaba a conocer la riqueza del campo yucateco, mientras los visitantes probaban sabores, aprendían sobre fauna silvestre y se llevaban artesanías hechas a mano.
A lo largo de la tarde, los pasillos se llenaron de música y lucha libre en el Teatro del Pueblo, donde posteriormente se presentaron shows para toda la familia. El sonido de la risa de los niños se mezclaba con el grito emocionado de quienes vencían su vértigo en la rueda de la fortuna.



Al caer la noche, el Centro de Espectáculos Montejo se preparaba para recibir a las multitudes que aguardaban el concierto estelar, Rock Jude, mientras la feria seguía latiendo en cada rincón. La Carpa del Terror arrancaba gritos y carcajadas nerviosas, los circos encendían su magia entre luces y trapecios, y la Pulsera Mágica convertía la zona de juegos mecánicos en un parque de diversiones sin límites.
Entre fotos, compras y antojitos, el sábado en X´Matkuil dejó estampas de alegría compartida. La feria, con su tradición viva y su apuesta por el entretenimiento moderno, volvió a confirmar por qué es el corazón festivo de Yucatán. Las familias se retiraron entrada la noche, cansadas pero sonrientes, mientras la feria se preparaba, como cada jornada, para volver a brillar al día siguiente.

