Aquellos buenos viejos tiempos…
Colaboración: Psic. Michelle Campos Rosado
“Hoy, muchos padres se sienten frustrados porque los niños ya no se comportan como en los buenos viejos tiempos”. Jane Nelsen
¿Recuerdas cuando los niños no se atrevían a contestar de forma insolente a sus padres, abuelos o maestros? ¿Te has preguntado por qué los niños ya no obedecen como solían hacerlo? ¿Qué pasa en la sociedad de hoy en día que genera un comportamiento diferente a los niños de antes?
Por cuestiones de mi profesión y también por azares del destino, continuamente me ha tocado escuchar este tipo de quejas; en un café con las amigas, en la reunión familiar de los domingos o en ese discurso desesperado de compañeros de trabajo. Aquí lo preocupante, es que la respuesta de la gente ante estas quejas suele ser siempre la misma; “eran otros tiempos”.
Efectivamente, eran otros tiempos y una de las grandes transformaciones que ha provocado estos comportamientos en la sociedad actual, es que los adultos tampoco nos comportamos como los hacían nuestros padres o abuelos. Han cambiado las relaciones, nuestros valores e ideales y en consecuencia también han evolucionado nuestras metas y expectativas. Los niños del presente no están recibiendo el mismo ejemplo de los adultos de “aquellos buenos viejos tiempos”. Nuestros niños simplemente están siguiendo el ejemplo que los permea, las acciones que los rodean formando su carácter y manera de actuar.
Otra gran transformación, y en mi opinión, la de mayor peso en su comportamiento es que estamos viviendo un proceso de modernización en todos los sentidos. Me refiero puntualmente a los cambios en la diversidad de la vida familiar, hasta el punto en que parece casi imposible estandarizarla. De ser una entidad uniforme y predecible, donde padres e hijos tenían roles bien definidos, la familia se ha convertido en un escenario donde los miembros juegan múltiples papeles.
Parejas divorciadas, familias reconstruidas, madres que trabajan, padres solteros, y familias conformadas por padres del mismo género. Éstas son solo algunas de las muchas formas de vida familiar. Ahora, al reflexionar dichos cambios hasta parece lógico entender porque los niños ya no se comportan como en los viejos tiempos, ¿no lo crees?
Hemos cambiado, vivimos un nuevo mundo donde no hay marcha atrás y por muy aterrador que parezca el panorama, nos queda un as bajo la manga y quizá nuestra última carta por jugar. En toda esta transformación todavía existe algo que no ha cambiado, y es que los padres siguen siendo la principal fuente de transmisión de creencias, valores, actitudes y comportamiento. En este nuevo contexto social, la familia en particular continúa siendo el agente decisivo en la formación de nuestros hijos, hermanos y familiares.
La sociedad actual demanda una nueva visón educadora en la familia. Tenemos que reflexionar sobre nuestras pautas educativas y tomar conciencia de nuestro papel en la formación de nuestros niños. La realidad del presente repercute directamente en la vida de nuestros pequeños, pero estamos a tiempo de cambiar nuestra percepción, entender la evolución y mejorar su formación.
Muchos padres de familia acuden a consulta psicológica en busca de respuestas, métodos y consejos para lograr el resultado que esperan de sus hijos. Ciertamente no tenemos todas las respuestas, pero estoy convencida de que no podemos seguir considerando útiles los métodos educativos que alguna vez funcionaron con nosotros. Tenemos que abrir la mente, entender nuestro presente para que la crianza y educación esté basada en la flexibilidad, reformulación y apertura.