· Hasta $570 pesos para celebrar la Candelaria en hogares mexicanos
· Los distintos tipos de tamales que forman parte de nuestra gastronomía han encarecido sus precios entre 20% y 25% respecto al año pasado.
· México sin candela, liga dos trimestres en números rojos, cae en Recesión Tecnica
Ciudad de México a 31 de enero del 2022. Cerramos 2021 con una navidad que nos robó el grinch de la pandemia. Los mexicanos no tuvimos espíritu navideño, simplemente cumplimos con el ritual de las festividades, así llegó la hora de partir la rosca de los reyes magos y continuamos con ese tufo de desaliento, con ese desánimo, cumpliendo con el manual de las tradiciones a cómo se pudo, de tal suerte que a aquellos que les salió el monito titubearon al pensar, buscar tragárselo, a fin de esquivar el compromiso de costear la tamaliza de la Candelaria el 2 de febrero.
Hoy es demasiado tarde, incluso los que buscaron ahorrar, con trabajos van a lograr cumplir con el compromiso, ya que, el precio de los distintos tipos de tamales que forman parte de nuestra gastronomía se han encarecido, sus precios se han elevado entre 20% y 25% respecto al año pasado, convirtiéndose en un verdadero calvario poder cumplir con este compromiso y tradicional festejo; veamos por qué:
La tamaliza de la Candelaria para 10 personas implica al menos 3 docenas de tamales chicos de hoja de maíz cuyo precio actual es de $120 pesos la docena y si se opta por 20 tamales grandes en hoja de maíz de mole, verde o rajas; su precio hoy es de $18 pesos cada uno, resultando un gasto en unos u otros de estos tamales de $360 pesos; a esto hay que sumar el costo de 3 litros de atole de $70 pesos por litro. Por lo que, una familia podría gastar hasta $570 pesos para en la celebración de la Candelaria. El año pasado, este consumo fue de $450 pesos, teniendo un incremento por recesión de $120 pesos.
Grave reto para los mexicanos continuar con sus vidas y tradiciones en medio de la recesión que se vive, producto de la pandemia, el covid ha orillado a nuestra economía a ligar 2 trimestres consecutivos en números rojos, hundiéndola en una virtual recesión técnica (INEGI reporta 0.1% del PIB en el último trimestre del 2021).
Ómicron y su 4ª ola ha desatado una escalada inflacionaria no prevista, elevando los precios de los productos, acentuándose en los alimentos y servicios, inflación sin precedente en las últimas 2 décadas, estamos lejos de alcanzar el desarrollo prometido que en algunos momentos se aventuró a pronosticar un crecimiento de hasta un 6% del PIB; lo cierto, es que el avance de nuestra economía en la última década ha sido mediocre, no se ha podido rebasar el 2% del PIB.
Distintas agencias calificadoras y organismos internacionales han recortado las espectativas de crecimiento de nuestro país para este 2022, reduciéndolo a 1.9% de PIB. Al arranque de este año, en enero, lo que esto indica es que estamos atrapados en el estancamiento y no logramos crecer ni desarrollarnos, situación que se traduce en más pobreza y sufrimiento para la población.
Para abril o para mayo, probablemente la pandemia cederá, sin embargo, sus secuelas se convertirán en verdaderos tatuajes que han marcado nuestro tejido social: 6 millones de nuevos pobres; 5 millones de estudiantes abandonaron y desertaron de la escuela; 33 millones trabajan en la infomalidad; un millón de empleos formales perdidos y negocios cerrados; 700 mil muertes por covid, convirtiéndonos en uno de los países con mayor índice de mortalidad en esta pandemia; 4 millones de contagios y contando. Estos son los resultados de esta tragedia nacional, los descalabros, verdaderos chichones que nos ha infringido el covid-19.
El marco de esta fotografía dantesca es que nos hemos hundido en una recesión económica. Este es el balance de lo que nos ha tocado vivir en estos últimos 3 años, vaya que la vida da sorpresas, aún y con todo, seguiremos haciendo nuestro mejor esfuerzo por por salir de este hoyo negro. Por lo pronto, celebremos la Candelaria aún y que nos alcance para uno o dos tamales; son muchas más las ganas que los mexicanos tenemos por vivir.