Jorge Efraín Salazar Ceballos

Entendiendo el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad…

Opinion

Colaboración: Dr. Jorge Efraín Salazar Ceballos
Médico Neurólogo
 y
Dr. Andrés Isaías Toledo Escalante.
Especialista en PsiquiatríaEspecialista en Psiquiatría infantil y del adolescente. 

Ansiedad y Depresión en la infancia con T.D.A.H.
Introducción
segunda parte:

¿Se deprime el niño con TDAH? ¿Puede tener ansiedad?

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), por sí solo puede incrementar el riesgo para desarrollar accidentes, fracaso escolar, alteraciones del autoestima, consumo de sustancias a edades tempranas como tabaco, alcohol y sustancias ilícitas, más adelante fracaso escolar e interpersonal por ejemplo en relaciones con amigos, familiares y compañeros en el colegio.  (Walker, 2008) (Alvarez, 2013)

Diversos estudios coinciden que alrededor del 15-30% de los niños con TDAH tienen asociado algún trastorno afectivo, como episodios depresivos agudos o crónicos, o trastorno bipolar. (Artígaz, 2003) (Ávila, 2018). En el 25% pueden padecer un trastorno de ansiedad. (Ávila, 2018)

Muchos estudios han demostrado una marcada asociación entre TDAH y depresión mayor o distimia, y estiman que la prevalencia de depresión mayor en niños y adolescentes con TDAH está entre 6% y 38% (MTA, 1999). (Álvarez, 2013) Es muy importante mencionar que los adolescentes con TDAH tienen un riesgo 2.5 veces mayor de presentar depresión. Suelen presentarla a edades más tempranas de su vida, por lo que la duración puede ser mayor, además de presentar un deterioro en función más grave asociado a la enfermedad, una mayor tasa de suicidio y una mayor probabilidad de requerir hospitalización psiquiátrica. (Biederman, 2008)

Tener antecedentes de familiares, especialmente padres, con depresión moderada y con trastorno bipolar son factores de riesgo en mujeres adolescentes con TDAH para padecer depresión. El diagnóstico de depresión es hasta cuatro veces más frecuente en niños y adolescentes con TDAH que sin él (Pliszka, 2009)

En cuanto a los trastornos de ansiedad, se estima que el 20-50% de los niños con TDAH cumplen criterios diagnósticos de al menos un trastorno de ansiedad. Alrededor del 45% de los pacientes con TDAH padecen trastorno de ansiedad generalizada y el 30% tienen datos de angustia por separación, y son más frecuentes en niñas y en el TDAH de predominio inatento. (Álvarez, 2013) (Mardomingo, 2019)

Además la población con TDAH, tiene el triple de riesgo de presentar ansiedad a comparación de la población infantil sin TDAH. (Yoshimasu, 2012)

Pero… ¿Por qué es más susceptible un niño con TDAH a uno niño sin TDAH?

Esto se debe a que al inicio de la edad escolar, aproximadamente a los 6 años de edad, el niño ya puede identificar lo que es sentirse triste o sentirse enojado, sin embargo, el menor con TDAH tiene dificultades para hacer esta discriminación, y controlar sus emociones, ya que en ocasiones presentan inmadurez emocional, y al tener dificultades para planear sus actos y las consecuencias, tienen una desventaja para adaptarse a su entorno y compañeros. Es decir, el niño con TDAH, no se da cuenta inmediatamente que incomoda a la gente, que su conducta es inapropiada o incluso que está generando enojo en sus padres, hasta que llega la consecuencia, generalmente negativa, como un grito o llamada de atención; esto lo hace más vulnerable a que se repercuta en su autoestima o en el miedo a ser castigado. (Pliszka, 2009)

¿Cómo sospechar si mi hijo tiene ansiedad?

En el niño que tiene síntomas de TDAH,  la ansiedad puede compartir características que pueden confundirnos, por eso es fundamental acudir con un profesional que pueda dar un diagnóstico certero.

Por una parte el niño ansioso puede mostrar un estado permanente de preocupación e inquietud física persistente (síntomas compartidos con el TDAH), sin embargo, es importante notar si el menor presenta además de esto, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones en el patrón de sueño, como pueden ser un inicio tardío de sueño o despertares frecuentes durante la noche; incluso se puede observar que existen niños que comienzan con emisiones de orina durante la noche (enuresis), así como pesadillas o terrores nocturnos.

Los niños de edad escolar (6-11 años) difícilmente se acercaran a pedir ayuda por síntomas de ansiedad ya que no lograrán identificarlo de forma apropiada, los adultos podemos comenzar observando si el menor presenta miedo a dormir solo, a separarse de los padres, o si muestran preocupación excesiva por la salud y el bienestar de sus seres queridos (familia, amigos, maestros, mascotas etc…), también puede quejarse por molestias físicas cuando van al colegio como dolor abdominal o de cabeza, poca tolerancia a estar en eventos con muchas personas o que involucren múltiples interacciones, tensión al viajar en transporte público, temor a intentar actividades nuevas, etc. (Alvarez, 2013)

a dificultad en expresar el malestar puede deberse, a la inmadurez en identificar y por supuesto manejar emociones, así como en las expectativas que los menores identifican que los padres tienen con ellos, por ejemplo ser excelentes alumnos, sacar excelentes calificaciones, y lograr que sus padres estén orgullosos por este desempeño.

Es en estos casos cuando podemos observar a niños que realizan sus actividades con más lentitud, inseguridad, suelen frustrarse rápidamente y no están satisfechos con su desempeño; o aunque tengan un adecuado desempeño escolar, pueden querer esforzarse en demasía para mantenerlo, esto a su vez genera tensión y preocupación persistente, miedo a equivocarse, y tendencia al perfeccionismo; repercutiendo en su funcionamiento social y familiar. 

¿Depresión? ¿cómo sé si mi hijo la tiene?

El síndrome depresivo, puede presentarse de forma aguda, es decir reciente, o puede ser crónica, y puede estar relacionado a eventos de pérdidas reales o imaginarias, así como en la dificultad para llenar las expectativas de personas significativas (padres, maestros, amigos) para el paciente. Existen múltiples síndromes depresivos, es decir, trastornos de las emociones que tienen en común, una ánimo triste o bajo; y cada uno de ellos es diagnosticado según el tiempo de aparición, la duración y la intensidad de los síntomas. La depresión es más que solo sentirse triste o enojado por una llamada de atención, sino que es el impacto que genera en esto en el pensamiento y en el ánimo de quien la padece.

No es extraño que se desconozca este padecimiento, y se subestime la presencia de un trastorno depresivo en los menores, ya que los síntomas pueden ser difíciles de detectar. (Díez, 2006)

Los aspectos depresivos que más se suelen apreciar en el menor con TDAH son baja autoestima, el estado de ánimo irritable o triste, falta de energía, molestias físicas, y alteraciones del patrón de sueño, que a diferencia de la ansiedad, se manifiestan con periodos de sueño prolongados y no reparador; puede presentar alteraciones en el apetito con aumento de este o disminución, que incluso cocinando algo de su agrado no guste de comer la misma cantidad de lo usual (Álvarez, 2013). Puede parecer cansado y sin ganas de hacer nada, prefiere estar solo y se molesta fácilmente, deja de realizar actividades que le agradan incluyendo juegos/ juguetes favoritos. Dentro de esta gama de síntomas, hay menores que comienzan a tener problemas de conducta e inician con rabietas, durante las mismas pueden evidenciarse ideas de minusvalía por ejemplo: “desearía no haber nacido”, “quisiera no existir”, “todo sería mejor sin mí” etc, que reflejan una baja autoestima y minusvalía.

Según la etapa del desarrollo en la que se presenten los síntomas depresivos, hay síntomas que pueden hacerse más notorios, por ejemplo pueden presentar ideas inadecuadas de culpa, pesimistas, de baja capacidad personal; comienza a presentar bajo rendimiento académico, deportivo, y relaciones sociales. En caso de progresar a etapas más graves del trastorno pueden desarrollarse autolesiones, ideas de muerte, suicidio, planeación, intentos suicidas y suicidio. (Díez, 2006) (De la Peña, 2010)

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