A todos los sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y a todos los fieles laicos de esta amada Arquidócesis de Yucatán: ¡PAX!
Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con el afecto de siempre y les deseo todo bien en el Señor.
Como todos estamos enterados, la pandemia del COVID-19, mejor conocido como el coronavirus, continúa avanzando en el mundo, en México y en Yucatán. Nuestras autoridades han venido tomando algunas medidas preventivas para tratar de frenar el avance de esta enfermedad entre nosotros, como adelantar las vacaciones de Semana Santa desde hoy hasta el 20 de abril en todos los niveles educativos. Por nuestra parte, hace ya algunos días hemos mandado que en las celebraciones litúrgicas se evite el saludo de paz dando la mano; que se distribuya la Sagrada Comunión en la mano, y no en la boca como se acostumbra; y que los ministros distribuyan la Comunión habiendo antes lavado sus manos correctamente.
Algunas personas se han escandalizado de que les pidamos recibir la Comunión en la mano. A este respecto les digo que, durante siglos, desde el principio y aún hoy en algunos países, se daba la Sagrada Comunión en la mano. Ciertamente, los Apóstoles recibieron el Cuerpo de Cristo en sus manos en la Última Cena, y durante siglos fue la única forma de comulgar. San Cirilo de Jerusalén, que vivió del 313 al 386, aconsejaba a sus fieles “Haced un trono con vuestras manos donde recibir al Rey”, refiriéndose a la Santa Comunión. Si algún sacerdote los ha confundido con este tema, hagan más bien caso de su obispo y de la Conferencia Episcopal Mexicana, guiados por la Jerarquía y no por algún pastor aislado. Caminemos todos como Iglesia.
La pandemia sigue avanzando, lo mismo que las medidas precautorias. Las autoridades de nuestro Estado nos han pedido evitar toda reunión de grupos numerosos en un solo lugar, por el altísimo riesgo de contagio que esto supone. Es por eso que, unidos a las indicaciones de la Presidencia del Episcopado Mexicano, nosotros en Yucatán nos vemos en la penosa necesidad de suspender la celebración de la Santa Misa con asistencia del pueblo, y toda otra celebración o asamblea de nuestra Iglesia, como las confesiones decanatales, el catecismo, las misiones y los viacrucis. Todos quedan exentos temporalmente del deber de participar en la Santa Eucaristía dominical.
Los sacramentos son la forma ordinaria y más maravillosa como Dios nos trasmite su gracia a nosotros los cristianos, pero al faltarnos éstos, los caminos de Dios son infinitos, y así su gracia no falta a quien la pide con fe.
Pido a los sacerdotes que mantengan abiertas las puertas de los templos para que la gente pueda acudir a orar, y de preferencia, exponer el Santísimo Sacramento durante los domingos, con el debido cuidado, para que los fieles puedan adorar al Señor, buscando consuelo y fortaleza en estas circunstancias, haciendo con más devoción la “Comunión Espiritual”.
Los sacerdotes celebrarán diariamente la Sagrada Eucaristía en forma privada, pero les pido por favor, que faciliten en la medida de lo posible, que las Eucaristías sean transmitidas por las plataformas digitales y los medios de comunicación públicos y privados, de modo que los fieles puedan unirse espiritualmente a los misterios de la fe.
Quienes puedan llevar algo de despensa a su parroquia, como un gesto solidario con los pobres durante esta contingencia, servirá para que los sacerdotes se encarguen de que no falte el alimento a quienes acudan a buscarlo, especialmente donde ya tienen organizado un comedor para los necesitados.
El Gobierno del Estado ha propuesto sus medidas cautelares hasta el 20 de abril, y nosotros, sin poner una fecha determinada, estaremos atentos a la evolución de esta pandemia para indicar cuando volveremos a las celebraciones con la asistencia de los fieles.
Evitemos caer en el pánico ante esta pandemia. Al mismo tiempo, evitemos tomar a la ligera esta circunstancia y las instrucciones de nuestras autoridades. Recordemos que si las escuelas, universidades y algún centro laboral suspenden sus actividades, no se trata de tomar vacaciones, sino de un tiempo para estar en casa, ayudando a detener los contagios.
Aprovechemos este tiempo insólito para reaprender a convivir en familia; para leer en familia las lecturas de la Misa; para orar juntos con el Santo Rosario o el Viacrucis; para leer un buen libro; para avanzar en el estudio escolar o universitario; para ver alguna buena película, que puede ser sobre la vida de algún santo, o alguna película bíblica. Saquemos el máximo provecho de nuestra estancia en casa, que es nuestra Iglesia Doméstica.
Además de encomendarnos al Señor, con la intercesión de Nuestra Señora de Izamal y de todos los Santos Patronos de nuestras parroquias y templos, pidamos particularmente la intercesión del señor San José, cuya fiesta es inminente, para que él, que cuidó y protegió a Jesús y María, nos proteja con su intercesión.
Dado en el Arzobispado de Yucatán a los 16 días del mes de marzo del año del Señor del 2020.
+ Gustavo Rodríguez Vega