SECUESTRO
GABRIEL AVILÉS presagiodemar@gmail.com
Dedicado a todos aquellos que pasaron o están pasando por esta situación, en este país violento donde queda muy poco de lo alguna vez fue y amamos.
No todo es culpa del gobierno también es culpa nuestra por corromper nuestros ideales, por no ser dignos de la sangre que recorre nuestras venas, esa sangre indígena, casi muerta.
Para todo aquel que vive un secuestro y lo puede contar, sabrá de lo que escribo.
Día uno
Mi boca, sarna quebradiza
Clama por un sorbo de orín
Ante el muladar de balbuceos
Días dos
Mis meñiques se quiebran
Al contacto con alfileres
Cuyos monosílabos palpan
De la brama, su constante
Día tres
Setenta y dos horas
Ningún cuchicheo
Acicala mis lágrimas
Y el argot de los criminales
Se entroniza
Día cuatro
El sueño me acompaña
Con dos tortillas duras mientras
Los sedantes
Copulan con mis laceraciones
Día cinco
Tragaluz extermina mis costras
Las cuales entre mierda y amoniaco
Dilapidan mi rostro
Hasta transformarlo en cloaca
Día seis
Un cero de más, un cero de menos
Mi existencia, billete falso
Que se intercambia por un centavo de soledad
Día siete
La avaricia de los perros
Viola el abismo de mis entrepiernas
Así semen y sudor
Humedecen un nuevo claustro
Día ocho
Se despeja el aura y
Mis muslos se detienen
En la incidencia de tiempo
Día nueve
“Padre nuestro que estás en el cielo”
El rescate se disipa
“Santificado sea tu nombre”
Cuando el minutero demuele
“Hágase tu voluntad”
Ambidiestros crucifijos
“En la tierra como en los cielos”
Día diez
El sol saliva el epitafio:
“Desconocido desempolva
Su cadáver entre matorrales
Invisibles al tacto, nombre o apellidos”.
Los zopilotes aguzan mi carne
Yazgo aún en el infierno.