Colaboración: Franck Fernández Estrada
Traductor, intérprete y filólogo
correo electrónico: altus@sureste.com
Título: Enrique II de Francia
Autor: Franck Fernández, Traductor, intérprete y filólogo
El león joven al viejo sobrepasará.
En campo bélico por singular duelo,
En jaula de oro los ojos le atravesará,
Dos choques uno después morir muerte cruel.
Nostradamus, cuarteta XXXV de la centuria primera.
Así Nostradamus profetizó la muerte de Enrique II, rey francés que sucedió a Francisco I. Enrique II fue esposo de Catalina de Médicis y padre de 10 hijos, entre ellos los famosos Enrique III y Margarita de Valois, futura esposa de Enrique IV, también conocida como la Reina Margot. Enrique II recibe su nombre en honor de su padrino de bautismo, Enrique VIII de Inglaterra, en esos momentos en buenos términos con su padre Francisco I.
No debió haber sido rey pues era el hijo menor de Francisco I y la Reina Claudia de Francia. A la muerte de su hermano mayor por difteria fue proclamado delfín y Duque de Bretaña. Ambos hermanos carecían de buena salud porque estuvieron prisioneros de los españoles a cambio de la propia libertad de su padre. Sólo a la muerte de su hermano es educado para ser Rey de Francia. Ya hemos visto que su padre Francisco I fue un perfecto rey del renacimiento francés y que le hizo la guerra al Milanesado. Lo mismo hizo Enrique II y continuó en su lucha con Felipe II de España, hijo del gran enemigo de su padre, Carlos I de España y V de Alemania. Durante su reino hubo un gran desarrollo del protestantismo en Francia que, al final de su vida, degeneró en las guerras de religión.
Catalina de Médicis, su esposa sobreviviente, no era noble, pero era hija de Lorenzo II de Médicis, banquero inmensamente rico de Florencia y sobrina del Papa Clemente VII. Fue ella la que llevó a la corte francesa mucho del refinamiento italiano, entre otras el uso de los cubiertos a la mesa. Es necesario decir que durante sus primeros 10 años de matrimonio no tuvo hijos y es por eso que, a pesar de ser profundamente católica, dirige sus ojos al ocultismo para encontrar solución a su infertilidad: es ahí que entra en su vida Nostradamus.
Desde la tierna edad de 15 años el corazón de Enrique pertenecía a Diana de Poitiers, su preceptora. Más tarde será Diana la que se ocupará de los príncipes reales ante el poco amor maternal que demostraba Catalina.
Enrique le regaló a Diana el hermoso castillo de Chenonceau, sin lugar a dudas el más hermoso de Francia que, como fue edificado sobre un antiguo puente, no es realmente grande pero domina un espléndido paisaje sobre el agua, hermosos jardines a la francesa y al lado de un bosque donde abundaba la caza que tanto amaban Diana y Enrique.
Diana era la mujer más bella de Francia, atlética, no sólo gustaba de la caza sino también de grandes caminatas y la natación. Fue ella la que inventó la ropa interior para damas porque al gustarle mucho la equitación con ropa no dejaba ver lo que no se debía ver. Era extremadamente limpia con su persona. Cada mañana se levantaba a las 5 para bajar a un pozo al que llegaba por un túnel y lavarse con agua fría que no hubiera visto la luz del sol para no dañar su hermosa y aterciopelada piel.
Es precisamente Diana, ferviente católica, la que influye sobre el Rey para ser duro en su lucha contra los protestantes y toma severas medidas ante esta nueva religión. El aumento de los creyentes en la nueva fe es exponencial, hubo in intento de atentado al rey que culmina con el arresto y la rápida ejecución del regicida sin juicio ni interrogatorio, lo que hace pensar a todos que son los protestantes de la corte los que están detrás de este intento de asesinato.
Como buen rey del Renacimiento las artes fueron altamente beneficiadas durante el reinado de Enrique II tanto en pintura, arquitectura como en escultura. Fue él quien permitió el gran desarrollo del Renacimiento en Francia, iniciado con su padre Francisco I y tenía muy enraizada la idea de no sólo traer artistas italianos, sino utilizar franceses.
Con motivo de las festividades por el doble matrimonio de Isabel de Francia (hija de Enrique y Catalina) con Felipe II de España (para traer un poco de paz con este país) y Margarita de Francia (la hermana del rey) con el duque de Saboya se organizó el 30 de junio de 1559 un torneo ecuestre como vemos en las películas de caballería en la Rue Saint Antoine de París por ser la más larga de la ciudad en la época.
Los ministros y Catalina, extremadamente supersticiosa, están en contra de que Enrique participe en este torneo, ya se conocía la profecía de Nostradamus pero el rey hace caso omiso a las palabras del adivino. Durante los dos primeros días de torneo el rey mostró su destreza y todo estuvo perfecto. El tercer día dan dos vueltas en el terreno de lucha el rey y su contrincante, Gabriel de Lorges, Conde de Montgomery y capitán de su Guardia escocesa. En la tercera vuelta la lanza de Gabriel alcanza la visera del rey, la atraviesa, entra por el ojo y llega hasta el cerebro. La reina lanza un grito. Llevan al rey a un palacio cercano y llaman a los mejores médicos, incluso al médico personal del rey Felipe II de España que llegó en urgencia de Bruselas, pero el rey falleció el día 10 de julio de 1559, después de 11 días de horrible agonía y terribles dolores.
Durante todos estos 11 días el rey llamó a su lado a Diana, pero Catalina prohibió que ésta pasara a despedirse de Enrique. A la muerte de Enrique Catalina pasa a ser regente bajo el reinado del heredero aún menor de edad, Francisco II, en un país en la quiebra y dividido por el comienzo de las guerras de religión.
Una de las primeras decisiones de Catalina como regente fue retirarle a Diana las joyas que le había dado Enrique y desterrarla a uno de los más siniestros de los castillos del Loira, el castillo de Chaumont, sombrío, oscuro y feo, a diferencia del maravilloso Chenonceau.
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