NO TENGAMOS MIEDO DE DEFENDER NUESTROS DERECHOS HUMANOS.
Colaboración: Mtra. Adriana Trejo Martinez
Orgullosa de ser una defensora comprometida y crítica ante la realidad actual del país y de nuestra entidad, escribo hoy con la esperanza de que lo aquí manifestado sirva para que las autoridades encargadas de velar y proteger nuestros derechos humanos, lo hagan sin reservas ni restricciones por cuestiones políticas, personales e incluso religiosas.
Que sirva para conocer el sentir de los ciudadanos que sí sabemos lo que pasa en el estado y en nuestro país y que cuando observamos alguna carencia o deficiencia sepan ustedes, estamos listos y conscientes de la necesidad de alzar nuestra voz, tan alto como sea posible para que dicha manifestación de nuestro sentir, no sea un intento vano por llamar su atención a nuestras necesidades y las de nuestra sociedad; que sea una voz que retumbe y que se sienta en cada rincón del estado para que nadie tenga miedo de expresar una inconformidad, un deseo de atención de la autoridad o incluso una injusticia que requiera ser atendida.
Los derechos humanos, son de todos, son universales y por ello no pueden restringirse a unos pocos…pues hacerlo sería violentar lo que queremos proteger.
En ese tenor enfatizo que un derecho humano es poder participar de los derechos políticos tales como el de libertad de reunión, de asociación y de participar en los asuntos públicos de acuerdo a nuestro sistema democrático con total legalidad y transparencia; pero tengo miedo.
Miedo de decir algo que no sea oportuno, o políticamente correcto, por qué al parecer en la práctica esto último vale más que la propia defensa de nuestros derechos humanos y eso me preocupa…y me ocupa, a exponerles la necesidad de una protección real de nuestros derechos así como la necesidad de dejar de temer: que signifique acciones competentes y efectivas para que como ciudadanos en nuestro estado nos encontremos seguros de estar en un estado democrático y de derecho, donde la expresión de ideas, de inconformidades, de señalamientos reales a los deficientes servicios, no sean motivo de represalia, sean por el contrario, motivo de investigación, sanción y protección de todos los ciudadanos e incluso se ponga el énfasis y cuidado necesario en los grupos que por alguna razón son objeto de vulnerabilidad.
Donde cada persona, sea menor, sea mayor, sea víctima o sujeto de discriminación por su lugar de origen, creencia, afinidad política o la falta de ella, padezca de algún tipo de discapacidad o sea miembro de la comunidad LGBT; sea respetada, protegida e incluso pueda ser portavoz de su comunidad con el derecho a votar y ser votado en cualquier proceso democrático, tal como nuestra carta magna lo establece.
Seamos un estado de derecho y no de políticas cuestionables; un estado donde cada una de sus autoridades sea respetuosa de los derechos humanos y podamos ser un ejemplo no solo en seguridad pública, sino en seguridad jurídica, donde NO existan diferentes tipos o niveles de ciudadanos ( de 1ª, 2ª o 3ª) y todos podamos acceder a las mismas oportunidades democráticas, sin miedo y con la protección a cada uno de nuestros derechos y garantías.