Alimentación Saludable: Una Utopía

Empresarial
  • La cuesta de enero se hace sentir especialmente en productos alimenticios esenciales para una adecuada nutrición: frutas, verduras, granos y proteínas.
  • En estos rubros se han visto incrementos de hasta 233%, como es el caso de las calabacitas; 150% en la cebolla y 79% en la milanesa de res y la pechuga de pollo.
  • La inflación es prohibitiva en lo que respecta a una sana alimentación. Urgen políticas y programas públicos que ofrezcan calidad de vida a las familias mexicanas.

Ciudad de México a 29 de enero de 2024.- La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) realizó un estudio de mercado en el que se detectó un alza de precios en frutas, verduras, granos y proteínas.

En lo que va del año, el precio de la calabacita ha aumentado 233.31%, encontrándose en la ciudad de Tijuana hasta en $150.00 el kg; la cebolla aumentó 150.00% y en San Luis se vende hasta en $78.00 el kg; el tomate saladet subió 116.10%, encontrando en Hermosillo un precio de hasta $75.00 el kg; por su parte la piña se encareció 77.97% y en Tampico se encuentra hasta en $75.00 el kg; las lentejas en promedio aumentaron 59.74% y las papas 51.38%, localizándose el mayor costo de ambos alimentos en la ciudad de Colima a $45.00 el kg y $47.00 el kg, respectivamente; el frijol aumentó 48.58% y está en Tlaxcala hasta en $54.00 el kg; la manzana muestra una variación al alza de 48.33% y en Hermosillo su mayor costo en $49.00 el kg; el limón subió 46.15% y en Durango se llega a encontrar hasta en $40.00 el kg; el arroz incrementó su precio 38.10% y en Tlaxcala se vende hasta en $34.00 el kg; finalmente, el plátano se encareció 32.24% y en CDMX se puede encontrar hasta en $28.00 el kg.

Por su parte, las proteínas han incrementado su precio a lo largo del actual mandato de manera importante: la lata de atún en agua se encareció 55.62%; el filete de tilapia, 62.84%; la milanesa de res, 79.47%; la milanesa de cerdo, 45.60%; la pechuga de pollo, 79.47%; el huevo, 53.75% y la leche, 59.58%. Esto ha provocado una obligada caída de consumo de aproximadamente 25%, pues a los consumidores no les alcanza para comprarlos.

“La inflación va a todo galope en la economía mexicana, haciéndose sentir en esta cuesta de enero, especialmente en los productos alimenticios esenciales que todo hogar requiere consumir para una adecuada nutrición. El estudio realizado demuestra que no es que la gente no quiera comer sano, su limitado poder de compra y el alto costo de los alimentos son los factores que se lo impiden.

Las consignas de los académicos que exhortan a la población a tener una alimentación balanceada bordan en el aire, pues lo que convocan y evocan es una utopía en México, en pocas palabras, la ecuación es: se baja el cero y no contiene”, recalcó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

En los últimos tres reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se registra una tendencia al alza del fenómeno inflacionario, alcanzando el 5% la inflación general y colocándose por encima del 10% lo que respecta a alimentos.

“Como lo hemos señalado, este impuesto castiga fundamentalmente a la población más vulnerable, que son los que mayor parte de sus ingresos destinan a la compra de alimentos. Es un impuesto tan nocivo que afecta el estado de ánimo de la población, su capacidad productiva, su emocionalidad para llevar una sana convivencia social y, por supuesto, su salud, porque una alimentación deficiente no nutre, al no consumir proteínas suficientes las personas se ven obligadas a saciar su hambre de cualquier manera, con lo que encuentren, quedando en condiciones de debilidad e indefensión ante la ola de enfermedades respiratorias presentes en la temporada invernal, aunado al rebrote de COVID e influenza. Por ello, podemos afirmar que la inflación enferma a las personas y que es responsable de llevar a la hospitalización a muchas de ellas”, detalló Rivera.

Urge garantizar una alimentación saludable y balanceada que ofrezca calidad de vida a las familias mexicanas. Apremia salir de este círculo de perder-perder y repensar políticas y programas públicos de alto impacto, eficientes, que amainen este flagelo propio de una economía de guerra.

Los jefes de familia no tienen opción, resuelven o resuelven las demandas básicas del hogar, es una responsabilidad que no pueden delegar a nadie. Como sociedad, no podemos dejarlos solos, debemos insistir hasta encontrar la manera de salir de esta problema, que permita un mejor desarrollo económico y social en nuestra patria.

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