Jose Fausto

Mascaras y Cabelleras…

Opinion

Colaboración: Jose Fausto Rodriguez Candia.
Locutor y Productor de Grupo Fórmula, Monterrey.

Amigos de Senderos del Mayab reciban un afectuoso saludo de su amigo, en las vísperas del festejo más importante en México, el día de las madres,  hoy les mando un fuerte abrazo a todo las mamis terrenales y las que ahora nos cuidan en el cielo, tantas frases que nos han enseñado y que nos han aplicado, “te vas a caer”  o “te lo dije que te ibas a caer”, “cállate y respóndeme cuando te estoy preguntando”, o la investigadora privada con “ Si lo encuentro que te hago” sin faltar la “Me duele mas a mi pero lo tengo que hacer” y como esas muchas y miles, a todas ellas un abrazo, en otro orden de ideas.

Muy pronto la forma de viajar en México de va cambia, imagina que tengas una aplicación donde no solo pidas un auto para trasladarte de un punto a otro, sino que a la vez estarás ganando y acumulando para ganar premios, viajes gratis, boletos de avión, laptop o celulares, muchos premios más, además que por recomendar vas a tener la oportunidad de ganar más, en los próximos días les daré esta extraordinaria noticia.

 Hoy les voy a contar la historia de las mascaras en la lucha libre.  Y esta es la historia de la Primera Máscara de Lucha Libre.

Mucho tiempo antes de que Cristóbal Colón descubriera el Nuevo Mundo, las tribus prehispánicas establecidas en la parte norte y central del continente utilizaban máscaras como forma de expresión.

Las máscaras en aquel entonces servían para representar a sus dioses, para participar en rituales religiosos y danzas, pero también en combates o guerras entre las tribus.

Los fieros guerreros aztecas las utilizaban como símbolo de valentía, honor y rango militar al enfrentarse contra algún gladiador de otra tribu o pueblo.

 Curiosamente, no tiene su origen en México, sino en Estados Unidos. Don Antonio H Martínez, era originario de León, Guanajuato.

Con el trascurrir del tiempo Don Antonio se convirtió en un fanático a la lucha libre, que no faltaba a las funciones. Así consiguió la amistad de un exponente luchador llamado el Charro Aguayo. Le pidió que le fabricara unas botas para lucha, pues era común utilizar casi siempre botines de boxeadores.

Fue precisamente el año de 1933. En esa ocasión, el luchador irlandés  el Ciclón McKey pidió una capa que le cubriera la cara a modo de antifaz y que le fuera difícil a los luchadores arrebatársela. Acepto el reto. prometió la entrega unos días después. Para disgusto del luchador, el trabajo no estuvo listo a tiempo, y lo peor del caso es que el antifaz, fabricado con piel de galce de cabra, le quedaba pequeño. Fue un fracaso para Don Antonio.

El negocio de las máscaras estaba encaminado al fracaso al cierre total, Al menos esa idea le redondo en la cabeza por unos meses, hasta que volvió a presentarse el Ciclón McKey en el taller con una gran sonrisa y con la idea de adquirir seis máscaras. La decisión del luchador extrañó al entonces peletero, Don Antonio  rechazó la oferta, que incluía recuperar material desperdiciado en la ocasión anterior y una mejor paga en el futuro. Con súplicas de por medio, finalmente llegaron a un acuerdo.

Según el relato Don Antonio ya sabía dónde había cometido los errores, por lo que decidió tomar nuevas medidas del cráneo del luchador, 17 en total, que hasta el día de hoy constituye el mejor secreto de la empresa.

Las razones por las que el irlandés regresó fueron porque alrededor del mundo ningún artesano pudo hacer el trabajo del guanajuatense. De hecho, hubo quienes le aseguraron que nadie le podía hacer una careta con esa cualidad. Y no dudó en regresar.

La conclusión del experimento fue una máscara dócil como un guante, y cuyo material, la piel, asentaba mejor tras cada función. Lo demás es historia conocida. Las máscaras son uno de los elementos que dan vida a la lucha libre, un deporte y espectáculo arraigado en los gustos del mexicano.

. El siguiente paso fue que McKay empezó a pelear en México y su personaje enmascarado se convirtió en un ídolo de la afición mexicana. A partir de ahí, fueron muchos los luchadores que adoptaron la moda de llevar una máscara.

La máscara, además, se convirtió en elemento fundamental de la ‘personalidad’ del luchador, hasta el punto de que su identidad permanece secreta hasta que un rival se la quite a otro,  significa el retiro del luchador.

Tanta es la fama de las máscaras de lucha libre que se han convertido en un símbolo más de México, siendo un ‘souvenir’ más. Su popularidad, además, ha crecido en los últimos años.

Y así surgieron personajes como el primer luchador mexicano con mascara Murciélago Velásquez, el Santo entre muchos otro.  

En el mundo de las luchas, tan hermético, aprender a hacer máscaras es en ocasiones un conocimiento que sólo se transmite de generación en generación. 

Las máscaras, como la lucha libre, son apasionantes. Ricardo González es un ex fisicoculturista que conoció al luchador Coco Rojo en una competencia. Gracias a él se adentró en el mundo de las luchas y así también comenzó una colección de máscaras.

Hoy en día ya son muchos los sastres especiales que diseñan y hacen los equipos de la lucha libre incluyendo el más apreciado por todos. La Máscara. Me preguntaron una vez en el programa que si sabia cual es la diferencia entre un luchador Americano y uno mexicano, a lo que  le respondí  si los mexicanos lucen sus mascaras y los americanos sus cuerpos y caras.

Hasta pronto amigos y muy pronto saldremos todos a comprar nuestras mascaras. Quédate en casa

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