Resilencia: El arte de sobreponerte a los golpes de la vida.
Colaboración: Psicología Gabriela Ceballos
El vocablo resilencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto. El término fue adaptado a las ciencias sociales y de salud para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
La resilencia es la capacidad humana de reaccionar, recuperarse y reponerse ante los problemas. De enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o incluso transformado por experiencias de diversa dificultad.
No nacemos con esta capacidad, la resilencia no es una cualidad innata. Las personas que logran desarrollarla han tenido que luchar contra situaciones adversas, han probado el sabor del fracaso, del dolor y aun así siguen hacia delante. Ser resiliente no significa no sentir malestar o dolor emocional. La pérdida de un ser querido, del trabajo, una enfermedad grave, el divorcio, problemas financieros, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas.
El camino que lleva a la resilencia no es fácil. Implica el propio deseo de estar bien, la voluntad de sanar, de manejar el estrés, tensión y malestar emocional. Implica trabajar pensamientos, sentimientos y conductas que cualquier persona puede aprender y desarrollar.
Las personas resilientes poseen tres características: Aceptan su realidad tal y como es, viven en la verdad; tienen la creencia de que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad y perseverancia para mejorar y avanzar.
¿Qué factores ayudan a los seres humanos a alcanzarla?
- El apoyo emocional es un factor necesario. Contar con personas en las que confías te hace mucho más resiliente.
- Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuando necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
- Capacidad de ver los problemas como retos y no como amenazas.
- Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, debes saber hasta dónde exigirte y cuando parar.
El autoconocimiento es un arma poderosa para enfrentar las adversidades y los retos. Las personas resilientes son creativos para solucionar, de lo vil sacan lo precioso. No se limitan a pegar un jarrón roto, ya que comprenden que nunca volverá a ser el mismo, logran realizar un mosaico con los trozos rotos, transformando su experiencia dolorosa en algo bello o útil.
Las personas que practican la resilencia saben cultivar sus amistades, se rodean de personas que mantienen una actitud mental positiva ante la vida. No intentan controlar las situaciones porque han aprendido a lidiar con la incertidumbre, se sienten cómodos aunque no tengan el control.
Así mismo, existe flexibilidad ante los cambios, a pesar de que saben perfectamente que quieren lograr, están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin embargo no implica que renuncien a sus metas. La diferencia está en que no luchan contra la marea, sino aprovechan la corriente y fluyen con ella.
Reconocen la importancia del trabajo en equipo, no se encierran en sí mismas, saben cuándo es necesario pedir ayuda. Y la buscan. Son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
“En medio de la dificultad, reside la oportunidad” Albert, Einsten.
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